jueves, 28 de octubre de 2010

Amor Incondicional

Aquellas nubes grises contenían las lágrimas que derramaste durante las noches de agosto,
quise intentar sacártelas suavemente con las mangas rotas de mi cardigan negro,
intente abrazarte, darte consuelo, cogerte de un lado e impulsarte nuevamente para que te levantes por la mañana.

Traté de luchar con los demonios que habitaban tu pequeña cabeza,
sin embargo, tu tristeza no me lo permitió,
tú serás la que elije,
tú decidirás que camino seguir.

Sin importar eso, yo seguiré secando tus lágrimas y te cargaré si te caes de nuevo.
A eso yo lo llamo Amor Incondicional,
Eso hacen las hermanas,
Eso hago yo.

lunes, 11 de octubre de 2010

Noticias en un cafe

La ventana de mi habitación guardaba las marcas de las gotas de lluvia de la madrugada. Así, los elementos circunstanciales anunciaban que estábamos ante una mañana invernal.

Mis mejillas rosadas por el calor que emanaba la estufa de mi diminuto rincón universal, me saludaban con un Buenos Días. Mis medias negras con rayas blancas se perdían entre las sábanas de mi Queen Size.

Mis ojeras no querían despertarse, reposaban y golpeaban desde lo lejos aquel botón de “Desactivar” de la alarme de mi aparato celular.

Los elementos dibujaban un día cualquiera.

Fue por la tarde mientras caminaba por un café, cuando me encontré con Alejandra. Ella estaba sentada en la mesa del Café de la esquina. Sus ojos color caramelo perdidos miraban tras la luna de aquel local. Dudé en saludarla, tal vez porque aquel día no me había inyectado mi dosis de “persona social” o porque, quizás, tenía que regresar a trabajar de inmediato.

A pesar de las dudas, me acerqué, la saludé y la noté distraída. Mi curiosidad surgió entre las cenizas y decidí sentarme, solo bastaron unos pocos minutos para que entendiera porque su mirada había perdido el brillo de la chica bohemia que había conocido años atrás.

Alejandra había regresado hace un par de semanas de un intercambio, había estudiado por alrededor de 6 meses en Barcelona. Una de las primeras cosas que hizo al llegar fue buscar a Miguel, un muchacho de tan solo 28 años, con el cual había salido por alrededor de 8 meses, una relación liberal, sin ataduras que los había convertido en fichas de dominó.

Durante los últimos meses, antes que Alejandra partiera a tierras españolas, habían peleado como cualquier pareja, por motivos sin importancia. Después de aquellos episodios, dejaron de hablar y Alejandra fugó a España.

No habían tenido comunicación, solamente un mail tal vez. Luego de tres días en Lima, Alejandra lo llamó al número que guardaba en su agenda pero no contestaba. Estar afuera por 6 meses había hecho entender a Alejandra que en la vida debemos olvidar los resentimientos y que los problemas son más pequeños de lo que imaginamos.

Tomó un taxi y se dirigió directamente a la casa de Miguel. Tocó el timbre y salió la señora de limpieza, Alejandra no dudó en preguntar por Miguel. La señora un poco desconcertada le dijo: Señorita, disculpe pero, Miguel sigue en la clínica. Alejandra, preocupada preguntó: Ah, pero ya regresa?, fue a consulta?, fue solo?. La señora sin saber cómo responder, le coge los hombros y le dice: Señorita, Miguel se encuentra en estado de coma, hace dos semanas, tiene cáncer al páncreas en etapa terminal.

Las rodillas de Alejandra temblaron, no contestó nada, las imágenes del pasado invadieron su cerebro perturbado. Esto sucedió hace 3 horas antes que yo la encontrará en aquel café. Sus ojos seguían rojos y su corazón aún perturbado.

Aquellas gotas de lluvia en mi ventana por la mañana anunciaban el reflejo de las lágrimas de Alejandra por la tarde.


viernes, 3 de septiembre de 2010

El Arquitecto que vestía Bata Blanca

Pablo tan solo tenía 22 años cuando su vida cambió repentinamente.

Era un lunes invernal, finalizaba el mes de julio y el calendario académico anunciaba la matrícula al octavo ciclo de la Facultad de Medicina de una prestigiosa universidad limeña. Los ciclos de la universidad habían transcurrido entre libros, batas blancas y noches de insomnio.

Aquel lunes Pablo se levantó temprano y se encaminó a la Universidad, mientras hacía la cola para elegir los cursos que debía llevar aquel ciclo, su mente se tornó nublada, estaba cansado, empezó a preguntarse e imaginarse cómo serían los siguientes meses, tenía que seguir leyendo, más desveladas y más martirio.

Estaba harto de las clases y de aquellos catorce de nota en su vida, y se preguntó como quién interroga a un delincuente: ¿seré un médico de 14 de calificación?, ¿cómo puedo pretender sanar a enfermos?, ¿me esfuerzo tanto para esto?

Salió de la cola, que a esa hora de la mañana había crecido con más estudiantes que esperaban ansiosos, caminó a la puerta y tomó un autobús cualquiera, probablemente no era aquel que lo dirigiría a su casa. Estaba asustado y angustiado, sentía como las gotas de un sudor frío se desvanecían lentamente en su casaca.

¿Y ahora qué voy a hacer?, era la frase que penetraba como un eco hasta en sus entrañas. Llegó a su casa con la piel tan pálida que el color bronceado de su piel había desaparecido. Se sentó en el sofá de su casa y esperó a su mamá, ella entró a la habitación y comprendió que algo estaba ocurriendo, él solo atinó a decir: Mamá no seré doctor.

Pasaron unos cuantos meses y entre psicólogos él comprendió y valoró sus habilidades, ellos no le dijeron qué tenía que estudiar, solamente guiaron el camino perdido que hace unos cuantos años atrás había emprendido. No postuló a ninguna universidad, sino que la carrera lo encontró a él. Bastó que el Decano de la Facultad de Arquitectura de otra universidad lo viera para comprender que la Arquitectura desbordaba por sus venas. Y así fue como una novela contada por un escritor frustrado. Fue así como Pablo encontró su vocación.

Conozco a Pablo, él está por terminar la carrera de Arquitectura y sí conocen a alguien más apasionado con lo que hace día a día díganmelo, por sólo conozco a una persona y se llama Pablo. “Lotiza” sus pensamientos, “diseña” sus pasos y “crea” su vida diariamente. Él es un Arquitecto que vestía Bata Blanca.

martes, 17 de agosto de 2010

Intimas Confesiones: La historia de una blogger

¿Por qué escribo este blog? Muchos me preguntan, me increpan y me interrogan. Quisiera poder responderles y contarles que se ha convertido en una especie de obsesión incandescente de querer contar historias. De inventar. De crear personajes que pululan en mi cabeza.

Muchos piensan y me señalan con el dedo, piensan que mi blog se ha convertido en una especie de diario personal y narrador de aventuras propias. Lo que ellos no se dan cuenta es del título de mi blog. Sí, es un blog confesionario, es la puerta y a la vez la voz de muchas personas, no soy yo, somos todos, este blog es de este todos, es de Sandra y de las anónimas, de mis amigas y de las chicas que no conozco, de las que me contaron su historia en vivo y en directo y de las que escuche su historia a través de los labios de una tercera persona.

Creo que soy una escritora frustrada, aquella que no ha publicado nada escrito, que vive en el mundo cibernético, aquella que podría escribir los guiones de una serie o novela mexicana.

Escribo porque soy como ustedes, porque me equivoco, porque me confundo y porque me ilusiono.

Algunos de los que leen me conocen, muchos no. Si intentan conocerme por lo escribo su batalla puede ser perdida, porque las historias no siempre son mías, son de aquellos personajes anónimos o de aquellos personajes de guiones empastados en mi memoria.

No me apunten con el dedo. Soy liberal y qué?

Escribo para provocar, para desatar, para que me critiquen, para que sueñen y para que se den cuenta que el mundo ante sus ojos es más pequeño de lo que imaginan.

viernes, 6 de agosto de 2010

El incógnito ya tiene nombre

Era un fin de semana cualquiera y las peleas entre Tatiana y Guillermo no cesaban. Guillermo decidió acabar la pelea con un hasta luego, bajó las escaleras de aquel segundo piso de la casa de los padres de Tatiana y a lo lejos se escuchó el golpe de la gran puerta de madera cerrarse.

Sonó un celular, era María Fernanda, Salimos hoy, se escuchó por el auricular, cómo si ella hubiera escuchado la pelea que hace minutos había tenido su mejor amiga. , respondió Tatiana, sin pronunciar oración adicional que explicase su estado catatónico.

Mientras se alistaba para salir, Tatiana no dejaba de recordar las constantes peleas que habían gobernado los últimos meses su relación con Guillermo, se preguntaba si el tiempo había dejado caer sus frutos y ya no eran –tal y como ella recordaba- el uno para el otro.

Micael y María Fernanda pasaron por Tatiana. Sonó un bocinazo y Tatiana bajo las escaleras que minutos atrás había atravesado Guillermo. El carro estaba repleto, había dos personas más. Tatiana saludó y entró al pequeño automóvil de Micael.

Estaba oscuro y no podía distinguir los rostros de los nuevos actores de la noche. Pasaron por el último integrante de aquel clan nocturno para dirigirse a un lugar alejado de Lima en busca de diversión.

Tatiana bailó toda la noche y se olvidó de las peleas hasta el punto que no podía dejar de observar aquellos ojos negros de uno de los amigos de Micael. Los tragos habían logrado que Tatiana se liberase de sus recuerdos, salieron a bailar y la música se hacía cada segundo más lenta, como si las notas de aquellas canciones pegajosas dejaran de retumbar y el silencio gobernará los pasos impetuosos de Tatiana.

Ella no sabía si seguía con Guillermo, pero los ojos de aquel incognito la cautivaron. Fue ese día en el cual Tatiana engañó a Guillermo por única vez. Sin pensarlo dos veces, aquel hombre la miró y entre notas musicales la besó.

Nunca más sus caminos se cruzaron, hasta el día de hoy que lo volvió a encontrar.

Tatiana ya no está con Guillermo y ese incógnito hoy tiene nombre.


Imagen: http://www.kristianwahlin.se/gallery/PhotoAlbum.asp?showSub=Gallery%203

domingo, 1 de agosto de 2010

Tercera Parte: Un día cualquiera, un cumpleaños más

En La Paz, Catalina había perdido la noción del tiempo. Decidió entrar a una cabina de internet con la finalidad de escribir a Miguel, su padre y a Carlos y María Fernanda, sus mejores amigos. Ingresó a su cuenta de correo y se dio cuenta que era 7 de mayo de 2010 y que el día de mañana cumpliría 28 años de edad.

Joaquín la esperaba a las afueras de la cabina de internet.

Catalina salió sin decir palabra alguna. Cogió sus guantes de lana, aquellos que había adquirido días atrás de una señora llamada María Elena, quién tejía para mantener a sus cuatro hijos pequeños. Prendió un cigarrillo, Joaquín solamente la miraba, ni por un segundo se animó a preguntar qué era lo que había sucedido ni el porqué Catalina tenía la mirada más perdida que nunca.

Catalina caminó un par de metros, tomó unas monedas y las introdujo en el único teléfono disponible en aquella plazuela boliviana. El sonido calcinante de las timbradas se hacía eterno.

-Hola, soy Catalina, dijo con la voz firme. Un momento, espera, Joaquín me puedes dar unos segundos – increpó Catalina a Joaquín con aquella voz alta que la caracterizaba. Tuvo que hacerlo ya que cada segundo Joaquín se acercaba más para intentar escuchar la conversación-.

- Papá, soy Catalina –continuó-.

- Estoy en La Paz y estoy camino a Argentina, aún no sé cuando regrese, probablemente cuando se me acabe el dinero -afirmó aquella niña mujer al hombre más importante en su vida, aquel que nunca la había decepcionado.

Hablaron por unos minutos y Catalina sentía como su padre la acariciaba a través del teléfono, Catalina solo sonreía. Colgó y se dirigió a Joaquín.

No hablaron, Joaquín siguió el camino que marcaba Catalina. Entraron a un bar, ubicado a pocas cuadras del Hostel. En aquel lugar se encontraron con un grupo de argentinos, compartieron algunos tragos y bailaron un poco.

Llegaron las doce y Catalina desapareció, camino a la plaza con una botella de cerveza en la mano derecha mientras que la izquierda sostenía el último cigarrillo de la noche. Se detuvo en la entrada del hotel y dijo en voz baja: “Feliz Cumpleaños Catalina”. Entró a su cuarto y se echo a dormir tal y como la noche anterior.


Más de Catalina:

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domingo, 20 de junio de 2010

Segunda Parte: Catalina de backpacker

Los tragos habían causado en Catalina aquella sensación que su piel había olvidado, solo bastaron unos vasos repletos de alcohol, unos cuantos cigarrillos y unos porritos de más para que su piel recordara el calor que presionaban sus músculos imperfectos. Sin importarle que Joaquín esté a su lado, levantó los brazos y saltó hasta la mesa de billar cuando escucho una canción de los Stone Roses, bailó y sacudió aquel cuerpo que los años había moldeado y construido.

Luego de un par de minutos cogió una cerveza, se la tomó en tres sorbos y se dirigió a su cuarto, su cama ya no era su cama, estaba ocupada por Marie una nueva francesa, tenía que dormir en otra cama, se echó y sus ojos se desplomaron a la profundidad del sueño.

Al día siguiente, poco o nada recordaba de su desmesurada noche. Joaquín en la cama de al frente, la miró y le dijo Cata tomamos desayuno. Tomaron un café y un par de huevos revueltos. Ese día decidieron emprender su viaje, el destino los había juntado en un camino infinito a Bolivia.

Primera parada: Desagüadero, cruzaron una inmensa e interminable fila de migraciones para llegar a Bolivia. Bicicletas, ambulantes, peruanos, bolivianos, todos se mezclaban, la bulla, los niños llorando, los animales comiendo en las calles aturdían sus pensamientos. En aquella fila se cruzaron con tres españoles (Fabricio, Galo y Rosario) que iban a La Paz por unos días para luego llegar al Salar de Uyuni.

Todos decidieron unirse en aquel viaje nada planeado. Llegaron a La Paz luego de uno de los peores viajes en bus de su vida. Catalina había observado cuidadosamente cada movimiento de Joaquín, él parecía un buen muchacho, pero poco o nada conocía de él, durante el viaje en bus, Joaquín la había observado dormir, Catalina fingió no darse cuenta para evitar conversaciones incómodas. Aquel viaje no tenía como objetivo involucrarse con algún hombre.

Al final, ella tenía que tener cuidado, andaba sola en un país desconocido, donde la altura confundía sus pensamientos a cada segundo.

Fabricio, uno de los españoles escogió el hostel en La Paz, entraron, se registraron y todos compartieron un cuarto, como en todos los hostel en Latinoamérica. Guardaron sus maletas en los lockers asigandos y salieron al bar.

Mientras bailaban, Catalina con tres o cuatros tragos de más se sentó al lado de Fabricio, él conectó su ipod a los parlantes y la sacó a bailar. Joaquín interrumpió abruptamente aquel baile. En ese momento, Catalina entendió el mensaje.


Si quieren conocer a Catalina pueden leer:

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jueves, 20 de mayo de 2010

Primera parte: Catalina se va de viaje

Llegaba abril y se acercaba cada día más una fecha importante en la vida de Catalina. Su cumpleaños. Ella no disfrutaba de esos días, prefería pasar desapercibida, nunca comprendió el significado de celebrar un año más de vida, su vanidad siempre gobernó sus pensamientos, por lo que confesarle al mundo que un año había llegado a sus hombros no era su actividad preferida.

Distinto a los años anteriores en los cuales siempre se vio obligada a celebrar la fecha –para ella- menos importante del año, decidió comprar un pasaje de ida a Juliaca-Puno, tal vez se quedaría unos días por ahí y luego iría a Bolivia, quizás Argentina, no lo sabía. Ese año solo tomó una decisión: viajar, el destino final era incierto.

Tomó una maleta, una no muy grande, una que le permita movilizarse rápidamente, en caso decidiera cambiar de destino, la llenó de la ropa que consideraba necesaria. Esta vez no quiso lujos, escogió comodidad, investigó el clima de los lugares, decidió que de requerir algo adicional lo adquiría en el camino.

No se despidió de nadie, ninguno de sus amigos sabía que estaba saliendo de Lima y menos aún que sin rumbo conocido. Una madrugada de un jueves 22 tomó un avión a Juliaca. Luego de un corto trayecto llegó a una ciudad que la cautivó desde que bajo del avión, el clima helado le daba la bienvenida y ella con una sonrisa cautivante sabía que aquel viaje iba marcar el camino de su destino.

Tomó un bus a la ciudad de Puno, se hospedó en un hostel de backpackers, cuando fue a su cuarto, saludó a un inglés, una francesa, un australiano y a un uruguayo, todos ellos viajaban solos, su camino los había acogido en esa pequeña ratonera cosmopolita en aquella ciudad de cielo azul marino. Los saludó tímidamente, cómo no es su costumbre no pretendía ser amable a esas horas de la mañana, había tenido un vuelo muy temprano y quería descansar.

Luego de un par de horas salió al bar del hostel, pidió un Coca Sour, no quería mate, solo Coca y y buen pisco, eso la calentaría un poco de aquella temperatura escalofriante. Fue así como se acercó Joaquín, aquel uruguayo con el que compartía el cuarto. Se dijeron hola, hablaron de sus siguientes destinos, la conversación fluyó, los cigarrillos se acumulaban como una torre de babel en el cenicero, el armaba un porro de cuando en vez, ella fumaba unos toques pausados cada vez que se le antojaba y él le ofrecía. Ese viaje no tenía restricciones.

Esta es la primera entrega de unas cuantas pequeñas historias más que tendrá como protagonista a mi querida Catalina en este viaje que terminó durando más de lo planeado.

Si quieren conocer a Catalina pueden leer:

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lunes, 17 de mayo de 2010

Enamorada de una posibilidad

Sus palabras penetran mis pensamientos como la brisa primaveral que ingresa en mi habitación cada mañana de octubre,

Hubo veces que quise mirarlo fijamente y decirle que tomaba mis maletas para irme con él y seguir el viaje juntos, pero mi podrida realidad me lo impide, me ata a una rutina repleta de obligaciones que no puedo tirar por el excusado.

Hace tiempo que no disfrutaba la comodidad del silencio, del paréntesis y de los respiros al hablar. ¿Será que me estoy enamorando? Me pregunté aquella tarde de un lunes mientras lo observaba mirar la televisión.


Foto: Cielo Montañezco, capturada por mi cámara.

domingo, 16 de mayo de 2010

Yo y sus ojos azules

Caminábamos de la mano, yo un poco distraída por aquel chilcano de damasco que había tomado minutos atrás, en aquel instante, decidí voltear y mirarlo nuevamente, el silencio nos había gobernado por más de un minuto. Cuando giré mi rostro, sus ojos azules me miraban intensamente, yo sonría cuando él sin dejar de mirarme dijo: “Eres realmente hermosa”.

Mis ojos brillaron tanto como aquella luna de ese jueves en la madrugada. Él llegó esa noche, no nos veíamos por dos semanas. Era nuestra segunda cita. Pero sentía que lo conocía por mucho tiempo. El idioma nunca fue un impedimento, él no hablaba español y yo intentaba utilizar el inglés que aprendí durante mi niñez y tardía adolescencia.

Llegamos al malecón y sus brazos me rodearon, nos quedamos mirando el mar por unos minutos, que parecieron horas. Sus besos en mi frente me transportaban a mis entrañadas fantasías. Él sólo estaría en Lima por unos días, su viaje tenía que continuar. Eso no importaba, si él fue capaz de cambiar su itinerario por verme antes de lo planeado, yo podía cambiar mis días, olvidarme del trabajo, dedicarme a él y a mirar sus intensos ojos azules.

Ese fin de semana fue inolvidable, comenzó un jueves con una llamada a mi celular, un: “Sandra, I’m here”, fue suficiente para decirle a mi jefa que necesitaba vacaciones. Cuando fui a buscarlo esa noche, estaba nerviosa, no lo veía por un par de semanas, sólo me quedaban los recuerdos de aquel día en un playa ecuatoriana y de nuestro intercambio de cuentas de facebook. Nos habíamos despedido con un nos vemos en Lima, pero los correos se convirtieron en diarios, comenzaron con un Hola y se transformaron en un Te extraño, quiero verte pronto.

Toqué el timbre de su hospedaje y alguien salió corriendo, era él, recordaba perfectamente su rostro, no había olvidado lo alto que era, y claro mi memoria había guardado en una caja fuerte sus perfectos ojos azules. Me miró, gritó mi nombre, me abrazó fuertemente, me tomó entre brazos y levantó tan emocionado como un niño de 5 años que va por primera vez a un parque de diversiones.

Bailamos, caminamos, cantamos, jugamos, saltamos y nos miramos por 6 días. Ahora él está por las playas norteñas de Piura, regresa en un par de días nuevamente. Hoy recibí un correo que me decía que llegaba esta semana y que anhelaba estar en Lima y verme de nuevo.

Sé que es un sueño la historia que les cuento hoy, tal vez un sueño que dure unos días más, pero les confieso que espero que este sueño dure por mucho más. Sé que el futuro es tan incierto, que nadie sabe cómo será el mañana, hoy solo sé que me levantó y duermo pensando en él. Si dentro de un mes no es así, eso no importa, los días que tuve no los cambiaría por nada más que por sus intensos ojos azules.

Foto: Capturada por C.J.

martes, 4 de mayo de 2010

Los amigos que no perdí

Existen diversas clases de amigos, están aquellos con los que compartiste tus años en el colegio, aquellos con los que te caíste, con los que aprendiste a bailar, con las que probaste por primera vez un cigarrillo, con las que te acompañaron a tu primera fiesta, con las que por primera vez te embriagaste hasta el punto de cantar por las calles canciones de amor, con las que lloraste y reíste, en este grupo están mis amigas del colegio. Son ellas las que forman y formarán parte de mi familia hasta el fin de mis días, las que elegí y conservo. Aquellas con las que disfruté los años más inocentes y más caóticos de mi niñez y adolescencia. En este grupo está Chivi, Chini, Liqui, Cynthia, Francesca, Roxana, Maja, Maye, Giselle, Marita, Gabriela, Natalia, Lupe, Sonia, Gianina, Susana y muchas más que sin orden de importancia forman aún parte de mi vida.

Existen los amigos que tocan a tu puerta en una etapa en la que las preguntas son más constantes, donde las interrogantes son cada más frecuentes y que no existe la respuesta correcta, en la época en la cual te crees un superhéroe, el rey del mundo y que puedes lograr los más inalcanzables objetivos. Con ellos desarrollas tu personalidad, con ellos aprendes que el mundo es más allá que el límite de tus narices, que no es aquel creado por tus papás, ya no estás con tus amigas que son como tú, No. Aquí creces con individuos perfectamente identificables que contribuyen a construirte lentamente. En este grupo están Carolina, César, Omar, Angela, Julissa, Lorena I., Cynthia B., Luciana, Carla, Cotito, Fernando, Kique, Bet, y aquellos con los que compartí más que las aulas en la universidad. Aquí también están mis ex, que a pesar del tiempo, la distancia y los cambios, son todavía mis amigos.

Asimismo, durante tu vida se van adicionando nuevas personas. Aquellos que eliges que formen parte de tu vida, con los que compartes tu visión del mundo o con los que el agua y el aceite podrían desarrollar una mejor amalgama que tú y ellos, pero que al final son con los que te sientes más cómodo. Son aquellos que el caudal del destino los ha colocado frente tuyo y nunca más se irán. Ahí está Isra, Juanjo, Micael, Rodrigo, el Truji, Fernando, Mauricio, Paola, Vanessa, Omar H., Roberta. Es muy mezquino de mi parte no nombrar a todos que siguen formando parte de mi vida, pero el tiempo y el espacio es corto.

Y así conocí a Jorge, quién inspiró este post. Irónicamente él quiso un post para él sólo, pero es inevitable pensar en mis amigos cuando él forma parte de este grupo que cada día crece como un globo de gas ascendiendo al cielo gris de Lima.

Foto: Montañita - Ecuador, tomada por mí.

jueves, 29 de abril de 2010

Y se llama B....


Hola, Te conozco de algún lado. Fueron las primeras palabras que pronunciaron sus labios. Su acento y sus ojos marrones como las hojas que caen en el invierno dejaban entrever que no era de aquí ni de allá.


Agarró una silla y se sentó a mi lado. Bastaron 2 minutos para que mi corazón no parara de palpitar al ritmo de los motores de un tranvía, mi respiración agitada, sus ojos me intimidaban y sus manos anunciaban una noche perfecta.


Me dijo que era de Israel, que viajaba por el mundo hace 5 años, que su viaje inicio con una maleta cargada de expectativas y con los bolsillos repletos de sus ahorros, me contó que no hizo servicio militar y que le encanta el Perú.


Él no me conocía, me había visto la noche anterior en ese bar perdido de un pueblito veraniego, pero no habíamos cruzado una oración completa, tal vez si un hola. Fue un día después, un domingo soleado el día que me perdí en sus ojos marrones.


Sus manos anunciaban que era músico, roce sus palmas y acaricie las huellas ásperas de un hombre perfeccionista con su cuerpo. Él no disimuló ni un segundo que estaba interesado en mí, después de media hora cogió mi mano y me preguntó la fecha de mi nacimiento, para lo cual, atinó a contestar que nací un domingo. ¿Y cómo lo supo?, tal vez las matemáticas o tal vez nos conocíamos de siempre. Para evitar mi desconfianza a su instinto petrificador, sacó un celular y busco la fecha, y sí, era la correcta, nací un domingo 29 de julio.


Su apellido era tan difícil como un trabalenguas, pero no demoré en aprendérmelo.


Conté los surcos de su rostro, memorice su mirada y recorrí su memoria.


Conversamos esa noche por largas horas y la noche siguiente también. Y fue por él que fue difícil dejar mis vacaciones, fue por él que hoy sonrió nuevamente.


Imagenes: Tomadas por mí en Montañita - Ecuador

lunes, 12 de abril de 2010

Sueños de otoño


Transpiraciones

Respiraciones agitadas

El reloj marca las 03.00 horas

El ruido del vaivén de las cortinas

Mientras el aire otoñal hace su ingreso en la habitación

Me despierto…

Era solo una pesadilla

Soñé que estaba sola nuevamente …

Desde mi cielo

Eran las cuatro de la tarde de un sábado, salía de almorzar y paseando por las calles de Miraflores, mis ojos extraviados por el día soleado se percataron de pequeñas sombras que adornaban aquel cielo particularmente despejado.

Mi corazón palpitaba y mis ojos desubicados trataban de encontrar la respuesta, fue cuando en ese preciso momento las sombras aterrizaron.

Mis manos temblaban pero decidida Fernando y yo dejamos nuestras cosas en la esquina de la caseta de información nos pusimos la mochila de vuelo y nos elevamos al cielo como globos de helio.

Mis piernas dejaron el suelo y me perdí entre las nubes y el reflejo del sol en el mar, fue como caminar entre mis sueños, deje los recuerdos y las angustias en aquel parque miraflorino que sirve de pista de aterrizaje.

Mi mente se aclaró y fue así como encontré las respuestas a mis preguntas sin la ansiedad desbordante de hace unos meses atrás.

La libertad tocó a mi puerta un sábado por la tarde ...

jueves, 11 de marzo de 2010

Uno + Uno


Cuando te conocí sabía que no estarías a mi lado en otoño
cuando te miré me enseñaste que querer a alguien no era imposible
cuando te di la mano aprendí que uno mas uno es igual a dos

Hoy es mejor que ayer
y mañana será mejor que hoy
porque hoy no es mas que un simple susurro del mañana

Porque mi casa sin tí es un mercado sin frutas
es una laberinto a medio andar
sin tus manos mis manos no diferencian las texturas
y es así que sin tí uno más uno deja de ser dos

domingo, 7 de marzo de 2010

Iluminas mi habitación

Caminos interrumpidos por el lodo del silencio

Despejaban la claridad de tus ojos

Intentaba descubrir lo que escondes en el reflejo de tu mirada en aquellos residuos de la intrépida lluvia de verano

Únicamente quería curar tus heridas lamiendo tus cicatrices

Y vendando tus ojos con pétalos de margaritas

Intentaba conquistarte bajo la luna traicionera de aquella noche de marzo.

Recuerda que vengo tocando tu puerta desde hace cuarenta lunas llenas

Fue ayer cuando decidiste mirarme y abrazarme mientras sonreías

Ahí, aquella habitación oscura se iluminó con aquella sonrisa tuya ladeada como siempre

jueves, 4 de marzo de 2010

Las aventuras de Catalina IV: En sus pensamientos

Catalina había desarrollado una intuición casi animal hacia los hombres, había creado una nueva filosofía, no creía en el No ni en el Tal Vez; ella era decidida, no titubeaba, ella arrasaba al ingresar a cualquier habitación, su cabello se disparaba con la dirección de las ondas del viento. Su mirada penetrante y contenida podría intimidar a quien se cruzara entre sus piernas.

Sus aventuras no son contadas libremente, decide juiciosamente a quien contárselas -por eso seguirá siendo una incógnita para este blog-, no le teme al futuro, no necesita un hombre al lado para sentirse segura. Cuando camina dispara un magnetismo que es incapaz de igualar a mujer alguna, tiene tan solo 27 años y sus aventuras son interminables.

Aquellas aventuras no son con cualquiera, tiene un delicado método de evaluación de sus candidatos; aunque la mayoría de ellos terminan siendo hombres con problemas un tanto psicológicos y psicosomáticos que a primera impresión resultan imperceptibles, y, que al transcurrir de los meses emergen y se sienten con el solo rozar de los pensamientos.

Así fue como pasaron todos, no muchos no pocos. Pero el que ella hoy recuerda es a Samuel, un niño-hombre de 33 años, que conoce desde que ella tenía 13, siempre tuvo una adición sobrenatural con sus labios, recién esa adición fue superada a los 14 años, cuando él la beso por primera vez. Todo fue platónico ellos eran primos lejanos, sí, pero primos al final de los días, siempre se veían, que en reuniones familiares, que en cenas, que en cumpleaños; pero fue hace tres primaveras que quedaron en tomar un café y se besaron nuevamente, sus labios estaban imantados, se atraían fuertemente.

La primera vez que estuvieron juntos, fue en un cuarto de hotel alejado de todo los lugares que los vinculaban, su relación no estaba totalmente permitida, ellos estaban sumergidos en relaciones paralelas, pero cómo decirle que no al destino?, cómo negarse a esos labios color manzana prohibida?

Ahora ella está sola y quiere llamarlo porque sabe que su historia nunca ha terminado.

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martes, 2 de marzo de 2010

Camila, Micaela y Joaquín: mentiras verdaderas III De visita por Lima

Habían pasado 5 meses desde aquella reunión donde los tres se vieron por última vez. Micaela estaba en Lima de vacaciones, pues había decidido escaparse de su rutina madrileña por un par de semanas.

Cuando piso el aeropuerto el viento le susurró al oído los viejos recuerdos, ni con la vida cosmopolita europeizada había olvidado a Joaquín. Por unos meses salió con Rafael un gallego historiador, amante del buen vino, cinco años mayor que ella; él muy interesado en ella, pero ella muy enredada aún con su pasado. La química no era desbordante cómo aquél último mes en Lima con el que compartió con Joaquín sus días planificando la última fiesta para Camila.

Al día siguiente de su arribo, sus amigas del colegio habían planificado un almuerzo con la finalidad de que Micaela les cuente sus recientes aventuras. La gran ausente: Camila, todas se preguntaban qué había pasado entre ellas, nunca se habían distanciado, eran muy unidas.

La curiosidad se intensificó cuando María José le preguntó inquisitivamente a Micaela:

- Mica, ¿y no sabes nada de Cami?, no la hemos visto últimamente, lo único que nos contó Patty de las Casas es que ya no estaba con Joaquín. Creo que terminaron justo antes que te vayas a Madrid.

Qué raro que no estés al tanto de eso ah!!- exclamó María José con ese tono particularmente limeño que alarga excesivamente la última sílaba.

Los pensamientos de Camila se nublaron, casi como si una nube gris haya conquistado su cabeza y fue como si extrañamente haya empezado a llover sobre ella.

El almuerzo se alargó, unas comentaba los últimos chismes de aquella chica del colegio que estaba embarazada, del reciente matrimonio playero de Gabriela, del cuerpo de Thalía, aquel que consiguió a punta de gimnasio. Micaela no hablaba, no sabía que decir ni que contar, no quería estar en ese lugar. Solo imaginaba poder correr al departamento de Joaquín tocar la puerta y abrazarlo.

En aquel momento y con la tristeza de un niño a quién le pincharon su globo, se acordó que Joaquín no la buscó, no la llamó y no le escribió, si él hubiera sentido lo mismo, tal vez se hubiera aparecido aquel martes 13 en el aeropuerto cuando Micaela tomo el avión a Madrid.

Fue ahí donde decidió que durante su estadía no iba a llamarlo, tenía que olvidarse de aquel pasado, tenía que comenzar de nuevo.


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miércoles, 24 de febrero de 2010

Carta de una chica cualquiera

Hola,

¿Cómo estás?, no sé cómo empezar a escribir, usualmente soy buena en eso, sabes que me encanta escribir, bueno por eso pretendo e intento escribir en un blog, pero a veces cuando la ficción supera y excede a la realidad, no sé como desarrollar mi exposición de ideas, en el blog es fácil porque usualmente hay una mezcla de realidad y ficción que emergen de esta cabeza misteriosa.

Esta vez estaba pensando cómo decirte lo que tenía encerrado entre los espacios invisibles de mi desordenados pensamientos, y no encontraba las palabras adecuadas. Alguna vez leí que cuando uno trata de buscar las palabras adecuadas, se demora tanto en encontrarlas que probablemente las que encuentre no sean las correctas y uno termina parafraseando rumores o mitos que escucho por los pasillos, y finalmente no comunica lo que realmente quería expresar en un inicio.

Por esas razones muchas veces es mejor la simpleza de las palabras y la claridad en las ideas para que la otra persona entienda y se conecte con lo que uno trata de transmitir. Probablemente también uno se demore en estructurar las ideas porque a la persona que le escribe es tan importante que no quiere dejar lagunas mentales y pretende evitar algún margen de error.

De un tiempo a esta parte, he tratado de aprender a ser sincera conmigo misma, a abrir mi mente y abrir nuevamente mi corazón y dejarme sentirlo y escucharlo, después que dejamos de salir, me di cuenta de nuevas cosas, me di cuenta que había errores que nunca corregí y pensé que lo había hecho, pero no.

Aquel día que nos vimos por última vez, nunca deseé abrazar a alguien con tanta fuerza, entre las luces y la noche te miraba atentamente tratando de redescubrirte, en realidad, me di cuenta que no había otro lugar donde quisiera haber estado en ese preciso momento, tenía ganas de acariciarte de llenarte de besos y abrazos, ahí entendí que tu compañía y estar a tu lado era donde quería estar.

Bueno todo esto va por decirte, que me di cuenta aquel día, que me gustas, probablemente esto no signifique mas que una declaración de una chica cualquiera que le dice a un chico cualquiera: Hey me gustas!, más nada, solo una mera declaración platónica, sin mas efectos que dejar el orgullo en mi cama, levantarme y reconocer lo que siento.

Con el tiempo aprendí que es mejor decir las cosas en el momento indicado que dejarlas ir y que el tiempo se olvide de las ideas y de los sentimientos y éstos se conviertan en recuerdos imprecisos y no culminados.

No se si nuestra historia se haya cerrado, de repente tu pienses que sí, y salgas ahora con otra persona, o simplemente no quieras salir con nadie por tus planes, esta bien, pero es bueno que sepas que me gustaste, que me alegraste mis días por buen tiempo, que volviste a despertar en mi deseos que por momentos creí ya no recordar.

Tuya,

La Confidente

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martes, 16 de febrero de 2010

Adiós

Intercambias ideas de lo que fue y de lo pudo ser

Caminas entre el espacio derretido de pasiones inconclusas

Tus sombras opacan la belleza terrenal

Sin embargo, al cruzar los dedos dejaste caer mis lágrimas

Entre aquellos espacios invisibles de tus ideas impares

Así fue como colgaste tus zapatos en la entrada de mi órbita sideral

lunes, 15 de febrero de 2010

La interpretación de mi "yo" pluscuamperfecto

Hace un año y un poco más compartí mis días con alguien excepcional, que me enseñó a ver el mundo de una manera diferente, me enseñó a yuxtaponer los cuerpos y la mente y con él comprendí el significado de amalgamar almas dispares.

Alguna vez él me dijo:

"De ti he observado lo necesario para saber
Que eres una gran mujer,
Te he “estudiado” no con detalle legal ni contractual,
Sino del lado más humano, del tuyo, del mío, de la hija,
La hermana y la profesional..... De la sandra que me gusta ver,
La que es.... La que sera....."


Ahora somos amigos, muy buenos amigos, su futuro avanza de una manera inexorable, siempre orientado al triunfo no solo profesional sino personal.

Él no sabe que estoy publicando esto, pero pronto se enterará, solo espero que no se moleste por este atrevimiento.

Hoy lo recordé de una manera particular.


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Vuelve

Te buscaba entre el reflejo de mis sombras entre el espejo medio roto, medio transparente

Intentaba buscarte...

tanto te busqué y tanto deseé tenerte nuevamente que te perdiste en mis recuerdos

Sin planearlo te volví a ver y al mirarte, olerte y abrazarte solo quisé no dejarte ir nunca más

Aquel beso robado me convenció que a tu lado es donde pertenezo

Pero entre mi último abrazo te desvaneciste y ahora no sé como recuperarte de nuevo.

domingo, 31 de enero de 2010

Las aventuras de Catalina Parte III: Conversaciones en el ascensor

Pasaron los años y Catalina se convertía en una mujer segura de sí misma, sin darse cuenta dejó atrás las medias de blondas y las bombachas. Con los años transcurrieron los hombres, al principio no eran hombres per se sino solo adolescentes intentando ser hombres, luego vinieron las relaciones esporádicas y temporales, los hombres complicados, los que se enamoraban ella, los que se obsesionaron con ella o tal vez con la idea de su apasionada y libre compañía.

Después de su relación con Francisco, su estabilidad emocional había quedado resquebrajada, pero solo necesito unos cuantos meses para poder recuperarse y cerrar algunas heridas. Estaba convencida en que el amor no tocaría su puerta por cierto tiempo.

Sin planificarlo llegó Rafael, mayor que ella por 5 años, Administrador de profesión, quien trabajaba en el piso de arriba del edificio donde se encontraba su oficina.

Todas las mañanas estacionaba su auto en el sótano del edificio y Rafael llegaba justo después de ella. Todo se convirtió en una costumbre, usualmente a alrededor de las 8.50 de la mañana, Catalina apagaba el motor de su auto y se dirigía a los ascensores, cuando se disponía a apretar el número 5, escuchaba el portazo de un carro y siempre era Rafael, ella amablemente presionaba el botón de “Puertas Abiertas” para que el ascensor esperase la entrada de Rafael. Él aparecía agitado la mayoría de las veces, con la corbata en la mano izquierda y el blackberry en la mano derecha, entraba al ascensor, alzaba la mirada y con esos ojos marrones brillantes miraba fijamente a Catalina, quien a esa hora de la mañana siempre tenía el cabello mojado.

La escena continuaba con un Hola, gracias por esperarme. Catalina sonreía, con esa sonrisa ligera y de lado que caracterizaba su lado coqueto y nervioso. Así pasaron 2 meses, sus encuentros pasaron de ser circunstanciales y eventuales a programados, Catalina programaba su despertador para que ese encuentro tan esperado de las mañanas se convierta en una cita, hubieron ocasiones en las cuales, Rafael llegaba antes y era él quien mantenía las puertas abiertas para esperar a Catalina.

Catalina no podía evitar cerrar los ojos y respirar profundamente cada vez que Rafael entraba en el ascensor, con el único objetivo que su nariz pueda absorber la fragancia que emanaba del cuerpo de Rafael, quería reconocer el perfume que usaba para comprarlo y olerlo por las noches.

Luego de esos dos meses, no habían cruzado más que un Hola, un Hoy hace calor hoy, y un Trabajas en el piso 5, ¿cierto?, Catalina no iba a agregar datos adicionales a las respuestas concretas de esas preguntas, a pesar de la seguridad que proyectaba, no era capaz de ser coqueta y liberal con alguien del que poco o nada conocía. Hasta que un jueves, Catalina no programó el despertador y llegó tarde a su oficina, alborotada y con los cabellos más húmedos que de costumbre, estacionó su auto, corrió al ascensor y no estaba Rafael esperando.

Al día siguiente, llegó a la hora de costumbre y se encontró con Rafael, él la miró y le dijo:

- - Ayer no nos encontramos.

- - Sí ayer me levanté tarde, respondió ella.

- - Ah, por eso no nos cruzamos en la mañana. Te llamas Catalina, no?, le preguntó Rafael.

- - A lo que Catalina sorprendida respondió: Sí, ese es mi nombre. Acto seguido preguntó cuál era el nombre de su compañero matutino, ella sintió que habían conversado más de media hora, pero eso era imposible, el trayecto del sótano al piso 5 no era más largo de 5 minutos. Luego de esa pequeña introducción, se despidieron, pero antes que bajará Catalina volteó y le preguntó: ¿Tienes planes de almuerzo?

- - Rafael con una sonrisa, respondió: No, ¿no quieres que almorcemos juntos?

Y así tuvieron su primera salida, fue casual, hablaron de sus trabajos y de cuando en vez coqueteaban, hablaron de sus encuentros matutinos, de su rutina diaria y de que él la encontraba muy guapa.

Los encuentros ya no solo eran matutinos sino que también nocturnos, empezaron a cruzarse al término de su jornada laboral, cómo no vivían tan lejos empezaron a turnarse y compartir la ruta, a veces él la recogía, a veces ella lo dejaba y pasaba por él en las mañanas.

Hasta que un día quedaron en tomar unos tragos, la conversación fluía, se besaron y terminaron en el departamento de Rafael. Catalina recogió su ropa, se cambió y aprovecho que Rafael había ido al baño para marcharse de aquel lugar. Mientras manejaba a su casa, recordaba los momentos que Rafael había recorrido su cuerpo, se preguntaba el por qué había salido como una fugitiva del departamento de Rafael, qué le iba a decir mañana por la mañana, qué iba a suceder desde ahora.

Al día siguiente Catalina se levantando más temprano que de costumbre con el solo objetivo de no cruzarse con Rafael. Decidió trabajar un poco más para evitar encontrarlo al término del día.

Eran las 8 y media de la noche, Catalina presumía que Rafael ya había salido de la oficina, bajo por las escaleras, no solo por precaución, sino porque necesitaba un poco de aire para seguir meditando lo que había sucedido la noche anterior. Se dirigió a su auto y ahí al costado estaba parado Rafael, Catalina sorprendida no supo qué decir ni qué hacer, retrocedió un paso y sin decir nada, Rafael se acercó hacia ella y le dio un beso. Con ese beso, Catalina recordó el calor que había sentido su cuerpo la noche anterior, él la miró y le dijo: ¿Qué paso?, porque te fuiste de mi casa sin despedirte. Catalina inventó una mala excusa para salir de esa incómoda escena, lo abrazó y se subieron al auto de Rafael. Durante el trayecto, todo era como de costumbre, conversaron del día que había transcurrido y de lo grandiosa de la velada de la noche anterior.

Antes que Catalina entrará a su casa, Rafael le dijo, Cata mañana paso por ti a la hora de siempre. Y disparó como en cámara lenta un beso al viento.


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jueves, 21 de enero de 2010

Con una llamada










Tus ojos cerrados

Una respiración agitada

Tú en la cama y ella sentada

Las sábanas en el piso

La ventana semiabierta

El aire en tus cabellos

Ella mirándote

Sonó el telefóno

Era yo.

domingo, 10 de enero de 2010

Todo inicio es mejor

Mientras recorría entre sus aguas, me olvidé de mi pasado, no recordaba el día y la hora y no atinaba a reconocer a mis acompañantes.

Únicamente me encontraba sumergida y confundida por la majestuosidad de la misteriosa vegetación.

Aquel atardecer me anunciaba no solo el inicio de un nuevo año sino el descubrimiento de una nueva persona. Definitivamente no soy la misma que salió de Lima, regreso inundada de nuevos retos, de reconocerme después de comprender mis errores sentada en una hamaca polvorienta y solitaria.

Volví a imaginarme su rostro, sin embargo, las aguas de aquel caudaloso río se llevó mis recuerdos, esperando que no vuelvan más.

Aquella serenidad me invadió y conquistó, me enamoré de nuevo de la soledad y de mi catarsis.

Tropecé y me hundí en aquel lodo pantanoso, escuché el silencio…

Encontré un murciélago y conversé con una tarántula negra y finalmente aquellas aves me guiaron el camino de regreso… fui exactamente en de regreso, en ese mismo lugar donde recordé mi nombre y mi pasado.