jueves, 20 de mayo de 2010

Primera parte: Catalina se va de viaje

Llegaba abril y se acercaba cada día más una fecha importante en la vida de Catalina. Su cumpleaños. Ella no disfrutaba de esos días, prefería pasar desapercibida, nunca comprendió el significado de celebrar un año más de vida, su vanidad siempre gobernó sus pensamientos, por lo que confesarle al mundo que un año había llegado a sus hombros no era su actividad preferida.

Distinto a los años anteriores en los cuales siempre se vio obligada a celebrar la fecha –para ella- menos importante del año, decidió comprar un pasaje de ida a Juliaca-Puno, tal vez se quedaría unos días por ahí y luego iría a Bolivia, quizás Argentina, no lo sabía. Ese año solo tomó una decisión: viajar, el destino final era incierto.

Tomó una maleta, una no muy grande, una que le permita movilizarse rápidamente, en caso decidiera cambiar de destino, la llenó de la ropa que consideraba necesaria. Esta vez no quiso lujos, escogió comodidad, investigó el clima de los lugares, decidió que de requerir algo adicional lo adquiría en el camino.

No se despidió de nadie, ninguno de sus amigos sabía que estaba saliendo de Lima y menos aún que sin rumbo conocido. Una madrugada de un jueves 22 tomó un avión a Juliaca. Luego de un corto trayecto llegó a una ciudad que la cautivó desde que bajo del avión, el clima helado le daba la bienvenida y ella con una sonrisa cautivante sabía que aquel viaje iba marcar el camino de su destino.

Tomó un bus a la ciudad de Puno, se hospedó en un hostel de backpackers, cuando fue a su cuarto, saludó a un inglés, una francesa, un australiano y a un uruguayo, todos ellos viajaban solos, su camino los había acogido en esa pequeña ratonera cosmopolita en aquella ciudad de cielo azul marino. Los saludó tímidamente, cómo no es su costumbre no pretendía ser amable a esas horas de la mañana, había tenido un vuelo muy temprano y quería descansar.

Luego de un par de horas salió al bar del hostel, pidió un Coca Sour, no quería mate, solo Coca y y buen pisco, eso la calentaría un poco de aquella temperatura escalofriante. Fue así como se acercó Joaquín, aquel uruguayo con el que compartía el cuarto. Se dijeron hola, hablaron de sus siguientes destinos, la conversación fluyó, los cigarrillos se acumulaban como una torre de babel en el cenicero, el armaba un porro de cuando en vez, ella fumaba unos toques pausados cada vez que se le antojaba y él le ofrecía. Ese viaje no tenía restricciones.

Esta es la primera entrega de unas cuantas pequeñas historias más que tendrá como protagonista a mi querida Catalina en este viaje que terminó durando más de lo planeado.

Si quieren conocer a Catalina pueden leer:

http://intimas-confesiones.blogspot.com/search/label/Las%20aventuras%20de%20Catalina

lunes, 17 de mayo de 2010

Enamorada de una posibilidad

Sus palabras penetran mis pensamientos como la brisa primaveral que ingresa en mi habitación cada mañana de octubre,

Hubo veces que quise mirarlo fijamente y decirle que tomaba mis maletas para irme con él y seguir el viaje juntos, pero mi podrida realidad me lo impide, me ata a una rutina repleta de obligaciones que no puedo tirar por el excusado.

Hace tiempo que no disfrutaba la comodidad del silencio, del paréntesis y de los respiros al hablar. ¿Será que me estoy enamorando? Me pregunté aquella tarde de un lunes mientras lo observaba mirar la televisión.


Foto: Cielo Montañezco, capturada por mi cámara.

domingo, 16 de mayo de 2010

Yo y sus ojos azules

Caminábamos de la mano, yo un poco distraída por aquel chilcano de damasco que había tomado minutos atrás, en aquel instante, decidí voltear y mirarlo nuevamente, el silencio nos había gobernado por más de un minuto. Cuando giré mi rostro, sus ojos azules me miraban intensamente, yo sonría cuando él sin dejar de mirarme dijo: “Eres realmente hermosa”.

Mis ojos brillaron tanto como aquella luna de ese jueves en la madrugada. Él llegó esa noche, no nos veíamos por dos semanas. Era nuestra segunda cita. Pero sentía que lo conocía por mucho tiempo. El idioma nunca fue un impedimento, él no hablaba español y yo intentaba utilizar el inglés que aprendí durante mi niñez y tardía adolescencia.

Llegamos al malecón y sus brazos me rodearon, nos quedamos mirando el mar por unos minutos, que parecieron horas. Sus besos en mi frente me transportaban a mis entrañadas fantasías. Él sólo estaría en Lima por unos días, su viaje tenía que continuar. Eso no importaba, si él fue capaz de cambiar su itinerario por verme antes de lo planeado, yo podía cambiar mis días, olvidarme del trabajo, dedicarme a él y a mirar sus intensos ojos azules.

Ese fin de semana fue inolvidable, comenzó un jueves con una llamada a mi celular, un: “Sandra, I’m here”, fue suficiente para decirle a mi jefa que necesitaba vacaciones. Cuando fui a buscarlo esa noche, estaba nerviosa, no lo veía por un par de semanas, sólo me quedaban los recuerdos de aquel día en un playa ecuatoriana y de nuestro intercambio de cuentas de facebook. Nos habíamos despedido con un nos vemos en Lima, pero los correos se convirtieron en diarios, comenzaron con un Hola y se transformaron en un Te extraño, quiero verte pronto.

Toqué el timbre de su hospedaje y alguien salió corriendo, era él, recordaba perfectamente su rostro, no había olvidado lo alto que era, y claro mi memoria había guardado en una caja fuerte sus perfectos ojos azules. Me miró, gritó mi nombre, me abrazó fuertemente, me tomó entre brazos y levantó tan emocionado como un niño de 5 años que va por primera vez a un parque de diversiones.

Bailamos, caminamos, cantamos, jugamos, saltamos y nos miramos por 6 días. Ahora él está por las playas norteñas de Piura, regresa en un par de días nuevamente. Hoy recibí un correo que me decía que llegaba esta semana y que anhelaba estar en Lima y verme de nuevo.

Sé que es un sueño la historia que les cuento hoy, tal vez un sueño que dure unos días más, pero les confieso que espero que este sueño dure por mucho más. Sé que el futuro es tan incierto, que nadie sabe cómo será el mañana, hoy solo sé que me levantó y duermo pensando en él. Si dentro de un mes no es así, eso no importa, los días que tuve no los cambiaría por nada más que por sus intensos ojos azules.

Foto: Capturada por C.J.

martes, 4 de mayo de 2010

Los amigos que no perdí

Existen diversas clases de amigos, están aquellos con los que compartiste tus años en el colegio, aquellos con los que te caíste, con los que aprendiste a bailar, con las que probaste por primera vez un cigarrillo, con las que te acompañaron a tu primera fiesta, con las que por primera vez te embriagaste hasta el punto de cantar por las calles canciones de amor, con las que lloraste y reíste, en este grupo están mis amigas del colegio. Son ellas las que forman y formarán parte de mi familia hasta el fin de mis días, las que elegí y conservo. Aquellas con las que disfruté los años más inocentes y más caóticos de mi niñez y adolescencia. En este grupo está Chivi, Chini, Liqui, Cynthia, Francesca, Roxana, Maja, Maye, Giselle, Marita, Gabriela, Natalia, Lupe, Sonia, Gianina, Susana y muchas más que sin orden de importancia forman aún parte de mi vida.

Existen los amigos que tocan a tu puerta en una etapa en la que las preguntas son más constantes, donde las interrogantes son cada más frecuentes y que no existe la respuesta correcta, en la época en la cual te crees un superhéroe, el rey del mundo y que puedes lograr los más inalcanzables objetivos. Con ellos desarrollas tu personalidad, con ellos aprendes que el mundo es más allá que el límite de tus narices, que no es aquel creado por tus papás, ya no estás con tus amigas que son como tú, No. Aquí creces con individuos perfectamente identificables que contribuyen a construirte lentamente. En este grupo están Carolina, César, Omar, Angela, Julissa, Lorena I., Cynthia B., Luciana, Carla, Cotito, Fernando, Kique, Bet, y aquellos con los que compartí más que las aulas en la universidad. Aquí también están mis ex, que a pesar del tiempo, la distancia y los cambios, son todavía mis amigos.

Asimismo, durante tu vida se van adicionando nuevas personas. Aquellos que eliges que formen parte de tu vida, con los que compartes tu visión del mundo o con los que el agua y el aceite podrían desarrollar una mejor amalgama que tú y ellos, pero que al final son con los que te sientes más cómodo. Son aquellos que el caudal del destino los ha colocado frente tuyo y nunca más se irán. Ahí está Isra, Juanjo, Micael, Rodrigo, el Truji, Fernando, Mauricio, Paola, Vanessa, Omar H., Roberta. Es muy mezquino de mi parte no nombrar a todos que siguen formando parte de mi vida, pero el tiempo y el espacio es corto.

Y así conocí a Jorge, quién inspiró este post. Irónicamente él quiso un post para él sólo, pero es inevitable pensar en mis amigos cuando él forma parte de este grupo que cada día crece como un globo de gas ascendiendo al cielo gris de Lima.

Foto: Montañita - Ecuador, tomada por mí.