sábado, 25 de abril de 2009

Letras compartidas I

Todos, tenemos algo que compartir, muchos no tienen la habilidad de confesarse, de exponer su vida y transmitirla en palabras habladas…de repente soy una pecadora constante que necesita confesarse para evitar acumular sus pasiones por mucho tiempo, que la aturde el silencio  y que no puede vivir sin la tinta entre sus dedos. Quizas. Qué se yo!

La realidad es que muchos de nosotros encuentran en un papel o en una hoja nueva de Word el destino perfecto de sus sentimientos y el catalizador de las emociones más sublimes…

Este espacio ha encontrado gracias a un alma alborotada e iluminadora un balcón para expresarse. De esta manera, de cuando en vez algunos de mis amigos –por decisión propia- podrán expresar algo que tengan guardado con las fuerzas necesarias y suficientes para gritarlo hasta la estratósfera…

Mi invitada en esta primera ocasión es Brenda…quien se confiesa ante su hermana melliza así…

"Mi incondicional e imprescindible

Todos los días tienen ese rato en el cual pienso en ella y me pregunto innumerables cosas ... qué estará haciendo?, dónde andará?, por qué está sensible?, tímida? Y así como me pregunto, le digo a ella que aunque me selle sus labios, ese mal rollito entre ella, o entre las dos, siempre lo llegaré a notar. 

Siento que a veces piensa que soy como una ratita a la que le quiere cortar la colita, un espíritu rebelde, y que mi locura llega a extremos inconmensurables, ella me lo dice todo sin decirme nada.

Ella sabe que con todos mis defectos yo siempre estaré para ella, que la cuidaré, protegeré, molestaré, le robaré sonrisas donde no hay hasta estallar, y la mejor parte, es que la amaré todo mi vida donde quiera que este.

Andrea, sabe que tengo secretos, misterios y muchos recuerdos que invaden la soledad que a veces pido, es la única que me entiende y sabe que soy y seré como lo definimos las dos “la otra gran mitad”, en la que podrá confiar siempre, ella es mi amiga, mi hermana, mi melliza y es lo mejor que puedo pedir para tener a mi lado. 

A veces trato de decirle que no busque motivos ni el por qué de las cosas, y si así son las cosas es por algo, que la vida da mil vueltas, que uno tiene que alcanzar lo mejor y saber conservar lo que considera bueno para su vida, que el único premio para ella es saber que lo que decide siempre estará bien. 

Yo la quieroporque sobran las razones, yo le juro que hay promesas para siempre y yo prometo no cansarme de quererla, su energìa es tan grande que ella sabe que somos como una historia donde no cabe más que un corazón descontrolado cantando a un son acelerado."

jueves, 23 de abril de 2009

Mereces una Segunda Oportunidad

Eran las tres de la tarde de un día cualquiera, sonó mi teléfono, reconocí el número, era Mafer*, le contesté el teléfono inmediatamente, como si no hubiera tenido la necesidad de pensar, no instruí a ninguna parte de mi cerebro a hacerlo, solo conteste y le dije: “Mafer, cuéntame...”, esa era nuestro código, no era necesario un “Hola”, ninguna especie de saludo solemne, ni de una introducción innecesaria, siempre hablábamos, no solamente una vez al día sino las veces que resultasen necesarias, no teníamos límites. Aunque hace ya algunas semanas el trabajo y nuestras diversas actividades no nos dejan libres para ese cafecito por la noche.

Ella me contestó con un: “¿Qué haces?”, -bien-, le contesté, hablamos un poco y a la vez de nada, la conversación fluía; hasta que, como si el mundo se detuviera por unos segundos, pensé –algo esta sucediendo-, entonces le dije:
- Mafer, cuéntame que ha pasado.
- Nada, por qué –me incriminó Mafer inmediatamente con una voz temblorosa.
- Oye, te conozco como a mí misma, sé que hay algo que me tienes que contar – simplemente lo sabía, no puedo explicar esa sensación, eran punzadas que penetraban todo mi cuerpo,
- Sí, es cierto, tengo algo que contarte –me dijo con una voz más suave-. Las dos nos quedamos en silencio, yo no quería hablar quería que ella me contara qué estaba pasando. Hasta que me dijo: Sandra, he vuelto con Tito*.

Me quedé en silencio, ella buscaba una reacción, algún signo que demuestre aprobación o desaprobación, solo atiné a escucharla, a entenderla. Hasta que del contexto de nuestra conversación, ella muy sabiamente me dijo: Sandra, todos merecemos una Segunda Oportunidad…

Después de unos minutos, colgué el teléfono; no obstante, durante ese día y hasta el día de hoy pienso en las Segundas Oportunidades.

Creo que todos hemos tenido y hemos otorgado una Segunda Oportunidad, pero cuando alguien merece una Segunda Oportunidad?, cómo mides el arrepentimiento?, cuando reconoció su error?, qué?, entonces nos convertimos en determinados momentos de nuestras vidas en jueces y entes evaluadores de la conducta de nuestros amigos, familiares y parejas?

Es cierto que toda esta evaluación personal implica grados y niveles de perdón, pero en realidad existen esos niveles?, todas estas interrogantes han golpeado estos días el laberinto de mis pensamientos porque yo otorgue una Segunda Oportunidad alguna vez, aposté por alguien, que bueno por circunstancias de la vida no aprovecho en su totalidad la Segunda Oportunidad; pero el problema fue que yo nunca perdoné su error.

Es ahí donde nace mi confusión.

Este post responde a una catarsis personal.

* Por el bienestar de mis amigos, modifiqué los nombres reales de las personas.

sábado, 18 de abril de 2009

Descansa en paz ...

Y volvi a entrar a tu departamento, a ese espacio que me acogió muchos meses atrás. La ubicación de los muebles me resultaba familiar conocía el significado de las luces y de los sonidos que recorrían el ambiente.

Tu cama como siempre destendida, la lap top como siempre prendida con la música habitual y las ventanas abiertas para que el humo del cigarro encontrara su salida.

Nos sentamos y conversamos del presente, de las casualidades y del pasado que no nos vinculaba. Te miraba y tú sonreías, intentaba reconocerte de nuevo, saberte y olerte para entender y asimilar porque eras mi pasado, porque te había escogido en ese momento para compartir nuestras noches.

Simplemente hablabas y trataba que monopolizaras la conversación para convertirme en una simple espectadora. Quise hacerte preguntas, esas preguntas incomodas … ese que hubiera pasado si… pero simplemente no lo hice, no valía la pena.

Debo confesarte que por momentos, en ese pasado, confundí tus palabras y tus manías, pensé, no pierdes nada Sandra, solamente ganas compañía. Ahora luego de varios meses, ya no me pregunto lo mismo, ahora las cosas cambiaron, ahora me pregunto por qué lo hice, por qué te escogí o por qué abrí tu puerta.

No tengo respuestas, no puedo responder fue la soledad, sería absurdo, sería tonto, sería infantil.

Tus manos que intentaron calentarme en esos momentos ya no generan la mas mínima sensación ni en mi mente ni en mi cuerpo.

Las horas pasaron, por ahí también algunos cigarros y unas copas de vino. Tal vez pensaste –erróneamente- “creo que hoy es la noche”, no, te confundiste, las horas pasaban, yo no intentaba seducirte, ese no fue el plan, solo era conversar, sentí que te desesperabas querías más, no sabías qué hacer para conseguirlo.

Luego de tres horas, me levanté, tomé mi cartera. Dije –uy, es tarde, tengo que irme. Oye un gusto, hablamos otro día- Te deje sentado y no terminamos envueltos entre las sábanas .… te equivocaste.

miércoles, 15 de abril de 2009

Mis mil y un risas

Solo basto que llegara un correo a mi bandeja de entrada para que comience con este post.

Simplemente fue la esencia iluminadora de mis pensamientos, ese musa disfrazada de hombre, esa cereza al final del helado, o tal vez ese grito extasiado cuando llegas al orgasmo. No lo sé. Solamente sé que luego de varios días con la cabeza vacía sin ideas para escribir, sin inspiración nata, solamente llena de aquellos engorrosos contratos que día a día veo en mi calidad de pseudo-abogada (pseudo, no porque no me considere una buena “asistente legal”, pseudo no porque no tenga título y sea una reciente egresada, sino pseudo porque no me consideró una abogada de corazón solo un intento).

Me dijo, imagina tu risa… sí tu risa.

Sin embargo, a mi mente vinieron recuerdos, me imaginé la risa de mis amigos, de los niños cuando juegan, de mi mamá cuando ve una película o cuando simplemente se ríe de la vida, la risa de mi padre que nunca deja de existir.

En un intento narcisista de imaginar mi risa, me di cuenta que no solo existe una risa, tengo varias formas de reír y de demostrar mi alegría, de burlarme, de ser cómplice.

Está la risa nerviosa, que nace cuando me descubrieron, cuando no sé qué decir o cuando estoy frente a esa persona que me pone nerviosa, la que logra que mi mente se ponga en blanco y no pueda decir nada más que emitir sonidos temblorosos que se convierten en ecos sonrientes.

La risa carcajada, aquella que salió después de un chiste, la que emerge en el cine, o tal vez, después de una tarde de cafés con mis amigos hablando de nada y a la vez de todo.
La risa de felicidad, la sonrisa después que alguien te dijo yo también te quiero, la que sale cuando llegas a tu casa después de una noche espectacular o cuando recuerdas momentos de placidez.
La risa tonta, la que surge cuando no sabes que decir y solo ríes para cubrir ese hueco en la conversación.

La risa burlona, si aquella que emites cuando alguien se cayó y no puedes evitar reírte hasta llorar, no por la desgracia ajena sino porque piensas que te pudo pasar a ti.

La risa compromiso, esa risa que debe nacer que no puedes emitir pero el conjunto de personas que te rodean te obligan a producirla.
Y mil y un risas más que comparten mi día a día…

Los incentivo a reírse a ser cómplices de sus propias vidas, a reírse de sí mismos …. Escúchenme rio ahora y es por ustedes…



martes, 7 de abril de 2009

Pies descalzos


Caminas en mi cabeza con los pies descalzos, los siento fríos por haber recorrido mis helados pensamientos,
Cada minuto siento los latidos de tus huellas en cada paso, tal vez porque fuiste pero no eres,
Tal vez porque quisiste ser ... pero abandonaste el camino,
Retrocediendo y dejándome aquí esperando.