jueves, 17 de diciembre de 2009

Una Caja llamada Catalina

Pasaron tres semanas desde Francisco y Catalina habían estado juntos por primera vez, Catalina no sabía cómo decirle a Francisco que quería hacerlo de nuevo. Recordemos que Catalina era principiante en esos trotes, pero quería hacerlo nuevamente, sentía que habían quedado pendientes ciertas emociones, quería probar y seguir experimentando más de lo que había ocurrido esa madrugada en la casa de Daniela.

Sin embargo, los tres últimos fines de semana habían ido a tantas fiestas y reuniones los invitaban, a él no se le ocurría invitarla a un Hotel, y ella nunca había pisado uno, pero ya era momento. Cómo le decía que tenía ganas, ¿cómo?

Una noche en la casa de unos amigos, Catalina fingió ponerse un poco mal y le pedió a Francisco que se fueran, que ya no quería estar ahí. Francisco un poco molesto accedió, en realidad la reunión estaba entretenida, pero estar con sus amigos era lo último que quería en ese momento.

En la primera parada de semáforo, Francisco le preguntó:“¿Cómo te sientes?”, Catalina lo miró y sin decir una palabra, se acercó, respiró en sus labios, pasó su lengua por ellos, y suavemente besó su labio inferior, introdujo su lengua lentamente, hasta que el beso se convirtió en uno de esos apasionados, donde los límites se desdibujan.

Él no entendía que estaba sucediendo pero se dejó llevar por los impulsos de Catalina, mientras se besaban, las manos de ella lo tocaban fuertemente, hasta que de pronto decidieron bajar más y más, llegó hasta su entrepierna, y ya sentía algo duro ahí. En su cabeza se escuchaba su conciencia: “Sí, Catalina, lo conseguiste!

Le dijo: “Francisco, nos podemos ir a otro lado”, él no lo dudó ni un segundo, ella lo seguía tocando y provocando mientras manejaba, paró en un Hotel ubicado en alguna de las calles de San Borja. Se registraron, el pudor en ese momento la inundaba, temía encontrarse con alguien, pero sus morbos deseos eran más fuertes.

Tuvieron un sexo increíble, Catalina sentía que conocía lo que hacía, se liberó, tuvo un orgasmo por primera vez, él se dejó llevar por los movimientos circulares de la pequeña Cata, y solo gemía de placer. En ese momento Catalina se dio cuenta que verlo disfrutar lo que ella estaba haciendo era como una droga, la inundaba de placer y se esforzaba aún más.

Ahí se dio cuenta que Francisco había abierto una caja, una Caja de Pandora llamada Catalina.

1 comentario:

La ChOLa dijo...

san borja mmmmm: lomas o palmeto jajajaj hasta el famoso apolo jajaja

excelente post, ya tendreemos oportunidad de tomarnos un café.