martes, 29 de diciembre de 2009

¿Cómo lograr que alguién te quiera y te olvide en solo 45 días?

Era noviembre, luego de casi dos años de haber terminado la relación más importante de mi vida –hasta ahora claro está- y de algunas salidas furtivas con especímenes extraños, entre los dulces, los decididos, los pendejos, los que conocí en un bar y quisieron pedirme mi número y la dudé y decidí no hacerlo hasta aquel amigo de años que resultó ser solo eso solo un amigo sin querer llegar a más; entre esas idas y regresadas un 13 de noviembre conocí a alguien.

Ese viernes no había ido más linda que nunca. No. Estaba con un vestidito y con unos leggins, botas y el cabello lacio, casi como un día cualquiera, él estaba a menos de 2 metros y sonreía. No era la primera vez que lo veía, pero sí la primera vez que pude conversar con él. Me ofreció algo de tomar, conversamos, nos reíamos, y me tuve que ir.

Durante la semana, me las ingenié para verlo el fin de semana, sin mucho alboroto, solo tratando de cruzar casualidades, lo vi, bailamos, nos miramos y nos besamos, no dudé en hacerlo, sentía que estaba haciendo lo correcto.

A partir de ese día mis días amanecían soleados, con un mail en mi bandeja, con un mensaje en mi celular, con varias alertas al nextel, con holas por la mañana y buenas noches en las madrugadas después de horas de conversa.

Todo era mágico, me quería presentar a su familia, a sus amigos, hacíamos planes, me hacía sonreír, me decía “Reina”, me hacía soñar, me hacía volar. Él es aventurero, vive el día a día, es mayor que yo por 6 años, definitivamente a tenido más relaciones amorosas que yo y piensa por ende que sabe más que yo, excéntrico, libre, decidido, conversador, bromista, dice confiar en las personas.

Dentro de mis miedos guardados por aquella relación pasada y por las furtivas que tuve, aprendí a guardar mis sentimientos, aflorarlos poco a poco, a desconfiar; no sé por qué pero con él todo estaba cambiando, con él podía ser como quería ser, saltaba como loca mientras bailaba, le contaba mis secretos, mis sueños… pero cometí el error de no contarle todos mis miedos.

Él me daba seguridad, sentía que me ponía un cinturón de seguridad que me estaba uniendo cada vez más a él.

Un día planeamos una salida con una pareja de amigos suyos, terminamos en la casa de una chica que celebraba con un Luau muy divertido su cumpleaños. Nos quedamos ahí, bailamos, saltamos, nos besamos, fuimos nosotros. Salimos de ahí, después de unos tragos más con dos parejas de amigos suyos, se hizo tarde y estaba amaneciendo… en mi cabeza solo guardaba las imágenes de una noche increíble.

Antes de despedirse, él me dijo: Sandra, no sabes cuánto me gustas y quiero que esto sea grande, quiero estar contigo. Quisiera saber si tu solo quieres que sea tu ‘brother’ o quieres que sea tu enamorado”.

Me tomó por sorpresa, porque recordaba que él me dijo que íbamos a salir para conocernos, para que todo sea perfecto, sí perfecto, me imaginaba el momento en el cual él me pidiera ser su enamorada distinto, más especial y mágico, sí lo sé cursi, pero él me lo había prometido.

Mi respuesta fue: “D, yo te quiero, pero no sé siento que falta algo”, y no me dejó explicarle más, con esa estúpida frase, ahora me digo a mí misma estúpida porque siendo una señorita abogada, en ese momento, no se me ocurrió más que esa frase, pudiendo esquematizar mis ideas de una manera más ordenada y sencilla, NO, mi bocota solo se abrió y expectoró una frase lapidante que hizo que él dijera: ”Ok, entiendo perfectamente todo, ya estoy bastante grande para entenderlo”. No me dejó explicarle las cosas, no me dejó decirle que era lo que significaba ese “falta algo”, quería que pasará un poco más que me conociera más, que se esforzara un poco más, no lo sé.

Después, fueron los peores días, no me contestaba las alertas, las llamadas, los mensajes, los mails, desapareció se esfumó, así como apareció así se evaporó.

Luego de dos mensajes de voz míos, lastimosos para decir verdad, decidió verme, hablar, intentamos solucionar y hablar de lo que había pasado, tratamos de ponerle un curita gigantesca a la herida, pero fue inútil.

Él había cambiado conmigo, ya no habían mensajes, no había correos, no había alertas, solo una conversación en una reunión en la cual me dijo mis peores defectos, todo lo que no le gustaba de mí, me dijo que estaba confundida, me dijo entre otras cosas que dudaba que yo lo quería porque no era posible que me comportara de la manera que lo había hecho con él. En qué momento me quiso y en qué momento me dejo de querer, ¿me ha dejado de querer?, ¿tanto les disgusta mis defectos?, ¿tan mala persona soy?, ¿tan rápido puedo lograr que un chico se enamore y se desenamore de mí?, ¿en qué o quién me he convertido?

No sé si él tiene razón, pero tuve que acudir a la fuente más cercana, a mi ex, hablé con él, porque sigue siendo felizmente gran amigo mío y me abrió los ojos, me recordó la clase de mujer que soy y que si bien tengo unos cuantos que otros defectos, mis virtudes son muchas más, que aplastan mis defectos, que tengo varias actitudes que corregir, si nos las tuviera sería perfecta!, pero que no debo olvidarme de quién soy y que es lo que quiero.

Hoy amaneció soleado, estoy enferma, pero me sirvió para reflexionar, para escribir este post catártico, para decirle a él, si me está leyendo, que lo quiero que todavía lo hago, agradecerle por aparecer en mi vida, que me disculpe si hice algo malo, pero que recuerde quién soy, espero que haya conocido a una pequeña partecita mía y se dé cuenta que él también se equivocó y que no es perfecto.


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jueves, 17 de diciembre de 2009

Una Caja llamada Catalina

Pasaron tres semanas desde Francisco y Catalina habían estado juntos por primera vez, Catalina no sabía cómo decirle a Francisco que quería hacerlo de nuevo. Recordemos que Catalina era principiante en esos trotes, pero quería hacerlo nuevamente, sentía que habían quedado pendientes ciertas emociones, quería probar y seguir experimentando más de lo que había ocurrido esa madrugada en la casa de Daniela.

Sin embargo, los tres últimos fines de semana habían ido a tantas fiestas y reuniones los invitaban, a él no se le ocurría invitarla a un Hotel, y ella nunca había pisado uno, pero ya era momento. Cómo le decía que tenía ganas, ¿cómo?

Una noche en la casa de unos amigos, Catalina fingió ponerse un poco mal y le pedió a Francisco que se fueran, que ya no quería estar ahí. Francisco un poco molesto accedió, en realidad la reunión estaba entretenida, pero estar con sus amigos era lo último que quería en ese momento.

En la primera parada de semáforo, Francisco le preguntó:“¿Cómo te sientes?”, Catalina lo miró y sin decir una palabra, se acercó, respiró en sus labios, pasó su lengua por ellos, y suavemente besó su labio inferior, introdujo su lengua lentamente, hasta que el beso se convirtió en uno de esos apasionados, donde los límites se desdibujan.

Él no entendía que estaba sucediendo pero se dejó llevar por los impulsos de Catalina, mientras se besaban, las manos de ella lo tocaban fuertemente, hasta que de pronto decidieron bajar más y más, llegó hasta su entrepierna, y ya sentía algo duro ahí. En su cabeza se escuchaba su conciencia: “Sí, Catalina, lo conseguiste!

Le dijo: “Francisco, nos podemos ir a otro lado”, él no lo dudó ni un segundo, ella lo seguía tocando y provocando mientras manejaba, paró en un Hotel ubicado en alguna de las calles de San Borja. Se registraron, el pudor en ese momento la inundaba, temía encontrarse con alguien, pero sus morbos deseos eran más fuertes.

Tuvieron un sexo increíble, Catalina sentía que conocía lo que hacía, se liberó, tuvo un orgasmo por primera vez, él se dejó llevar por los movimientos circulares de la pequeña Cata, y solo gemía de placer. En ese momento Catalina se dio cuenta que verlo disfrutar lo que ella estaba haciendo era como una droga, la inundaba de placer y se esforzaba aún más.

Ahí se dio cuenta que Francisco había abierto una caja, una Caja de Pandora llamada Catalina.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Las aventuras de Catalina: Su primera vez

Catalina siempre pensó que su primera vez sería como en las telenovelas, era el referente más cercano de comparación que tenía. En el colegio se hablaba poco, en la universidad recién entendió más cosas y sus amigas en ese tiempo no hablaban del tema.

Todo empezó a los 19 años, su enamorado en ese entonces era Francisco, tenían juntos casi 6 meses y simplemente fue cuestión de tiempo.

Los besos ya habían pasado a un siguiente nivel, no era como antes, cada vez no podían controlar sus deseos, sentía que tenía guardado dentro de ella a una fiera dispuesta a devorar lo que encuentre en su camino. Francisco ya había estado con otras mujeres, él era mayor que ella.

Era sábado por la noche, Francisco la recogió de su casa, el destino: “La casa de Daniela – Era la fiesta sorpresa de su enamorado”. Llegaron tarde, vinieron los tragos, los bailes, la música con movimientos ondulantes, hasta que en un momento sintió que el trago se le había subido a la cabeza. En un momento de la noche, decidió subir al cuarto de Daniela a descansar un poco.

Solo bastaron 5 minutos para que Francisco subiera a ver cómo estaba, él también había sido víctima del alcohol, se recostó a su lado, la abrazó, empezaron los besos, hasta que de pronto … el cuarto de Daniela se convirtió en una campo de batalla sexual, voló el jean, los polos y las sábanas se caían por el suelo.

Solo pasaron diez minutos, Daniela, Gabriel y los demás empezaron a tocar la puerta, gritando: “¿Todo bien?”. Así fue como interrumpieron su primer encuentro sexual.

No hubo velas, no hubo música, fue corto y dolió un poco. Así fue su primera vez, nada especial.

martes, 15 de diciembre de 2009

Me gustaría envejecer a tu lado

Cuando el sol se desmorone sobre nuestras espaldas quisiera tenerte de nuevo entre mis brazos,

Y empezar a contar las arrugas que los años han dejado en nuestros rostros,

reconocer sus espacios y colorear sus surcos,

poder interpretar y recordar las pasiones desbordantes de nuestros años adolescentes,

es tan simple que quisiera poder mirarte nuevamente y reconocer tus ojos en los míos.

Quisiera intentar descifrar tus pelos canos, poder contarlos y saber que cada uno de ellos creció a mi lado, poder mirar tus manos y saber que estarán dispuestas a seguir siendo el soporte de mis caídas inesperadas.

Me gustaría rozar tu barba y oler nuevamente tu perfume,

Besar tu cuello anciano y sentir que tengo 25 nuevamente.

No pasarán esos años, no seremos ancianos juntos, no tendremos pelos canos,

Solo somos dos víctimas de las peores circunstancias,

Yo aquí y tu tan lejos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Lo conocí un viernes de noviembre

Era un viernes de noviembre, un día cualquiera, el clima indeciso nos auguraba el final de la primavera y el comienzo de un verano particular. Sin mucho sol y bajo las mismas nubes plomizas de todos los días, prendí mi auto, la rutina matutina me instruía a manejar hasta mi oficina por las calles atiborradas de autos, motos y combis. Como de costumbre mientras manejaba rizaba mis pestañas y me untaba el rubor a mis abultadas mejillas.

Estaba cansada, el día anterior había estado un par de horas en el gimnasio intentado “estar en forma” para este verano que cada día se acerca más. Sin embargo, desde la mañana había decido no ir en la noche de ese viernes, quería dormir, ver tele y descansar.

Durante la mañana llegaron unos correos y contesté algunas llamadas, las cuales no fueron relacionadas a mis labores diarias sino que eran pliegos interrogatorios respecto a los planes para la noche, todos asumían que como todos los viernes teníamos que hacer algo especial.

Decidí contestar algunos correos con comentarios generales, con un clásico: “Ya se ve” o con “Hablamos en la noches y decidimos los planes”. Todo era una ilusión, no tenía ganas de salir y si al final decidía por algún plan fiestero debía escaparme a la casa de mi primo y saludarlo por su cumpleaños.

Pasaron las horas y seguía cansada, marcaron las 7 p.m., el día estaba a punto de terminar y no había llamado a mi primo a saludarlo. Marqué su número, lo saludé efusivamente y al final me convenció en ir por unas horas a su casa. A pesar de mi desgano y cansancio, me puse las botas y salí, no me arreglé como de costumbre, no me eché brillo, no me rizé nuevamente las pestañas.

Abrí la puerta de la casa de mi primo y estaba repleta de personas en un estado avanzado de diversión, saludé a algunos y me senté en el sofá rojo al costado de mis primas. Fue al costado de aquel sofá rojo donde lo volví a ver, no era la primera vez que veía sus ojos marrones grandes, él se acercó me ofreció tomar algo, me preparó un chilcano, la verdad que no tan bueno, pero eso fue lo de menos, conversamos durante toda la noche.

Cada dos minutos me reía a carcajadas, cada dos minutos me acomodaba el cabello y sentía que coqueteaba sin quererlo, lo miraba y de ahí miraba al suelo, ese nerviosismo adolescente se me desbordaba. Fue una increíble compañía, la perfecta para esa noche y para todas las demás, felizmente que no me quedé en mi casa ese viernes por la noche, felizmente me peiné esa noche, tuve suerte, esa noche salieron mas estrellas que de costumbre.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

En mis sueños

Quisiera que tu aliento penetre mi cuello como aquel calor incandescente en las noches de verano

Que me mires y te pierdas en mis ojos una y otra vez

Que hoy me lleves en tu espalda y no te separes de mi nunca más

Quisiera creerte y poner mis besos a tu disposición para siempre


Que al amanecer te tenga a mi lado para que tus abrazos me arrullen todo los días y

Que tu aroma sea mis desayunos diarios


Quisiera que tus manos desgasten mi piel por tocarla sin cesar

Y tenerte a mi lado como en mis sueños te tuve ayer


domingo, 6 de diciembre de 2009

Comenzo con un adiós...

Me dijo te quiero

Pero sus mentiras no aguantaron un te amo

Me dijo que estaría conmigo hasta marzo

Y se quedo solo hasta hoy

Me quiso regalar dos primaveras y tres veranos

Y ni siquiera aguanto el sol de diciembre

No te molestes en bajarme las estrellas que me prometiste

Porque hoy no saldrán más estrellas, hoy el cielo es gris

Y mañana también…